Vanesa Farías, presidenta provincial de ANFDGAC Osorno:
«Hay que motivar a la gente y enseñarles todo el trabajo que hay detrás de los sindicatos»
Hace dos años, Vanessa Farías participa activamente en la ANFDGAC como dirigenta de la base provincial Osorno. Durante este año, ha viajado en dos oportunidades (febrero y marzo) al congreso de jóvenes sindicalistas organizado por la Federación Internacional del Transporte (ITF) en Buenos Aires, Argentina. En esta entrevista, nuestra dirigenta nos habla sobre la importancia de estos encuentros, de su participación como mujer sindicalista y de la relevancia de generar redes virtuales entre quienes participan de la lucha sindical en el área del transporte.
Por Área de Comunicaciones
¿Cómo podrías definir el trabajo que hace la ITF?
Mira, el trabajo que hace la ITF, realmente, es potente. Y no sé, si nosotros acá logramos dimensionar y cuando digo “nosotros”, me refiero a la gente de la Asociación y asociados. El principal trabajo de la ITF es de capacitación, de reunir a la gente, de poder trabajar en conjunto por un mismo fin. Buscar soluciones a los diferentes problemas que se están ocasionando en el rubro del transporte y a raíz de la exposición de esos problemas se intenta lograr una empatía con el compañero o la compañera. Por ejemplo, ahora estamos viendo el tema de unos trabajadores de Madagascar y de unos trabajadores del transporte en Palestina.
¿Cómo es eso?
El caso de Madagascar se trata de unos trabajadores del sector portuario que ganaban alrededor de unos cuarenta dólares al mes y estaban trabajando, realmente, en condiciones infrahumanas. Ellos se dieron cuenta que lo que estaba sucediendo no era justo y se reunieron para formar un sindicato y todas esas personas que firmaron para asociarse al sindicato fueron despedidas antes de que se pudiera concretar el tema del sindicato. En Palestina a unas mujeres de una línea área cuando les tocaba quedarse en tierra luego del vuelo, las dejaban encerradas sin que las pudieran visitar nadie más que un familiar que fuera mujer, o solamente el esposo si es que lo tuviera, y si necesitaban casarse tenían que ser primero autorizadas por la compañía aérea.
Me relatas una suerte de esclavitud laboral. ¿Y esas mujeres qué labor desempeñaban dentro de la aerolínea?
Eran asistentes de vuelo. Por las condiciones que trabajan dudo que alguna haya sido piloto, o que tuvieran pilotos mujeres en esa aerolínea. Pero la verdad, es que no indague. Nos contaban que las asistentes no podían salir del hotel, tenían todos los beneficios y servicios allí: la comida, el gimnasio, la piscina, pero ellas no podían salir. Y la razón que daban era que ellas pertenecían a una marca y que eran el rostro visible y no podían prestarse para malos entendidos.
O sea, lo que ustedes hacen en la ITF, principalmente, es analizar el panorama aeronáutico a nivel mundial.
No tan solo el aeronáutico sino que transporte en general. Nosotros la primera reunión que tuvimos en febrero fue de la región Latinoamericana y el Caribe donde participaron, solamente, países de esa región y participó gente de todos los sectores. Estaba el sector portuario, de aviación y había gente de las compañías aéreas: había controladores aéreos, había gente del Canal de Panamá, había gente de servicios privados, pero todas instituciones que están afiliadas a la ITF. Entonces, se hace una visión más o menos sobre en qué situación está cada país, para empezar a ver los contrastes y ver de qué forma podrían mejorar y/o apoyar, o hacer un plan de acción a algunos de los compañeros que estuvieran más desvalidos.
Y todo eso relacionado con las condiciones laborales de las personas que trabajan en el transporte.
Si. En esa oportunidad, se le dio bastante énfasis al compañero Francisco Millano, que trabajaba en una empresa portuaria de Buenaventura en Colombia donde él había sido perseguido, hostigado por ser dirigente sindical, había sido discriminado por su raza. Él es negro y ya había sido discriminado por lo mismo en otras oportunidades. En este caso, él fue despedido, injustamente, y la forma en que esto se hizo tampoco fue la forma correcta. A él no lo llamaron a una oficina y le dijeron “te vamos a despedir por tal y tal razón” sino que lo esperaron a la entrada del turno y le dijeron “usted no puede entrar firme aquí” y él puso una demanda y lo reintegraron, pero alcanzó a trabajar 3 semanas y lo echaron.
¿Qué prácticas mal habidas en el ámbito sindical se relatan como cotidianas?
Dentro de la cotidianidad es acostumbrado que no se respeten los horarios de descanso de la gente. Esto es muy habitual, principalmente, con los chiquillos que trabajan en el puerto. Teníamos compañeros que trabajaban 72 horas de corrido, por un día libre, que eran los compañeros de Perú. Y era habitual y nadie hacia nada.
CHILE Y LOS AFILIADOS
¿Cómo era la dinámica del Congreso?
Se hacían diferentes actividades, mesas de conversación, entre otros. Hablamamos harto del impacto social, de las redes sociales en específico. Nos decían que era importante transmitir lo que era la ITF y cuáles eran los problemas de los trabajadores del transporte. Por ejemplo, nos hicieron grabar un video, donde nosotros contábamos en qué estábamos en ese momento, “estamos aquí en la conferencia mundial con la compañera de Colombia, que nos va a contar sobre la red de jóvenes que ellos tienen”. Nos entregaron esas herramientas comunicacionales sobre cómo hacer un video, cómo poder enfrentarnos a un periodista cuando aparece de repente y nos entrevista, cómo lograr una mejor atención de la gente mediante redes sociales, porque tal vez si nos ponemos de acuerdo chicos de 9 países por cuatro días e incorporamos la misma foto de perfil, podemos generar algo.
Y sobre la experiencia chilena, ¿qué compartiste?
En la primera oportunidad, a cada una de los países que fuimos nos tocó exponer sobre la realidad de nuestro país. A mí me tocó trabajar con el compañero del sindicato de conductores y hacer nuestra presentación, entonces, más que nada nosotros expusimos parte de nuestra realidad y la gente se asombraba porque nos decía que estábamos bastante atrasados en el tema del sindicalismo, no porque nosotros no hiciéramos trabajo sindical, sino que porque la gente en sí, cada socio, cada afiliado a ese sindicato, no se sentía parte, no sentían que cada uno era importante, que cada uno contaba. A mí me llamo mucho la atención Argentina, los chicos de allá tienen años en esto del sindicalismo, nos llevan años luz. Y, claro, son, sumamente, unidos, o sea entre los diferentes sindicatos se conocen y saben qué instituciones pertenecen a la ITF. En cambio, yo no sé cuáles son los sindicatos que participan, exactamente. No hay una conexión, estamos como bien perdidos. En Argentina no, se conocían y sabían qué sindicato era, a quien pertenecía, quien era el que llevaba el tema, quien era el líder de cada sindicato, tenían los teléfonos, un grupo de whatsApp.
Ellos tienen una mayor cotidianidad virtual entre la gente que participa del sindicato y los asociados, según me cuentas, hacen mayor uso del sindicato como estructura política. Cosa que acá no sucede.
Claro. Allá los sindicatos tienen mucho poder. Yo hablaba con un joven del sindicato de trenes, por ejemplo, que me contaba que ellos antes trabajaban 8 horas diarias y tenían un día libre y les pagaban sus horas extras y todo. Pero ellos encontraron como sindicato que trabajar 8 horas diarias era mucho por el tipo de trabajo que hacían y, entonces, el sindicato logró que le bajaran el horario de trabajo a 6 horas diarias y mantuvieran el pago de horas extra y el mismo salario.
Dialogando encontraron los puntos que debían arreglar y se pusieron manos a la obra.
Yo decía «¡cuando vamos a hacer nosotros así por favor!».
Ahora bien, como trabajadora mujer ¿cómo te sentiste?
Mira, la primera vez que fuimos habíamos en la sala 5 mujeres y éramos 25 personas, y de las 25 éramos 5 mujeres. Y la verdad es que yo dije “guau, ¿qué pasa?, ¿por qué no hay más mujeres participando aquí?, ¿no se les da la oportunidad o la gente no está interesada?” Entonces uno se queda con esas inquietudes, pero en la segunda vuelta ahora en marzo ya era un congreso mundial y venía, obviamente, mucha gente de todo el mundo y venían muchas más mujeres. Y yo me daba cuenta de las chicas latinas que andábamos, que tienen otra parada frente a la vida, su forma de relacionarse es otra. Yo conversaba con Claudia de Colombia y a ella decía que sí les daban la oportunidad de participar, de empoderarse, de asumir roles más activos, pero son ellas mismas las que se retraen y no quieren participar, que les da miedo, que se quieren hacer cargo de la familia, que toma mucho tiempo. Entonces, el espacio está existiendo, pero la gente no se quiere sumar, las mujeres, específicamente, tienen miedo a no poder dar el ancho, tienen miedo a que se les mire diferentes por ser mujeres, pero para nada. De hecho, hicimos una intervención al respecto.
¿De qué se trató?
Hicimos una intervención chiquita, de 15 minutos y pudimos contar y demostrar que las mujeres teniendo las mismas capacidades que los hombres, en cierto punto, éramos eliminadas y relegadas a hacer tareas que en realidad eran básicas e insuficientes para nosotros. Nosotros tenemos el poder y las ganas de hacer diferentes actividades y ahí les conté la historia de la señora Berta Ávila, que se desempeñó en la Antártica igual que todos los hombres. Y allá no solo tuvo que hacer el trabajo que le tocaba hacer sino que también llevar una vida en convivencia eso quiere decir que como es una base: hay que limpiar, trapear, cocinar y se distribuyen las labores, no porque ella fuera mujer le tocaba limpiar y trapear ¿me entiendes?. Entonces, tratamos de darle énfasis a eso y pedimos que por favor que cuando alguien viera en su lugar de trabajo que fuéramos capaces de decir “¡alto, no más!”. Las mujeres tenemos las mismas competencias, las mismas capacidades, podemos hacer lo mismo y no se puede discriminar por tener un género distinto, porque en realidad tenemos que cambiar ese paradigma.
La ITF logra en estos encuentros generar fuerza en los dirigentes que van. ¿Te dieron ganas de hacer nuevas cosas a tu regreso?
Claro, traemos tareas, que hacemos a nivel región, ITF América, nos trajimos cada uno un cronograma para cumplir, tenemos un grupo en wasap, tenemos diferentes compañeros, que son los que van revisando este tema, por ejemplo, la parte que a mi me toca es que de aquí a mayo todos pueden enviar un vídeo invitando a la juventud a pertenecer a los sindicatos. Entonces, mi labor es reunir los vídeos y la última semana de mayo enviarlos a Londres. Hay un compañero que tiene que hacer un informe del avance todos los días doce de cada mes, entonces, le debe pedir a los demás compañeros que informen cómo van con su sindicato, todo esto para llegar a la reunión que tendremos a fin de año, o viendo el avance para así poder presentar y trabajar en nuevos lineamientos, hacia el Congreso Mundial el 2018 que será en Singapur.
Después de haber escuchado todas estas experiencias tan diversas, ¿qué le haría bien incorporar a la ANFDGAC?
Lo más importante que me traje fue la idea de formar un equipo de jóvenes sindicales para empezar a encantar y motivar a los jóvenes que vienen recién llegando porque ya hay gente que lleva años en la institución y no tienen ánimo, en cambio, los jóvenes vienen con toda la garra. Eso es lo importante, encantarlos a ellos y además hay muchos jóvenes que llegan y no saben nada de la asociación. Entran a sus trabajos y preguntan, y no falta el colega que tiene una mala experiencia y dice “la asociación no vale nada, no hicieron nada por mi” y resulta que cuenta una parte de la historia, pero falta la otra. Entonces hay que motivar a la gente y enseñarles todo el trabajo que hay detrás, todas las cosas que en realidad pueden cambiar, y yo creo que eso es lo importante, empezar a enseñarle a los jóvenes que ellos tienen el poder de cambiar las cosas, por el bien de ellos y del resto de sus compañeros.